EL LABORATORIO
INTERMEDIO
Por: Maurice Nicoll
Porque este Trabajo no
consiste en salirse con la suya en cualquiera de los centros, se vuelve
repugnante al “amor de si” y crea dificultades a todos.
Las dificultades suelen
aparecer al principio o pueden surgir más tarde.
Ya que las divisiones
mecánicas de todos los centros resienten el trabajo, el hombre mecánico,
compuesto de las diversas conexiones habituales dentro y entre esas partes de
los centros, lucha para mantener su existencia y así impedir la formación del
hombre nuevo que va a reemplazarlo.
Para expresar esta
situación más correctamente, cabe decir que muchos "yo" en los
diferentes centros cuyo poder esta amenazado resienten el trabajo y así crean
dificultades mediante objeciones, argumentaciones o una franca negativa.
Ahora bien, un hombre,
por su vida, puede tener muchos "yo" mundanos, fuertes, egoístas y
resistentes que quieren imponerse, y así los "yo" que desean el
trabajo tienen pocas posibilidades de formar un grupo y volverse más fuertes.
Esto significa
sencillamente que el hombre mecánico asesinará cualquier manifestación del
hombre nuevo.
Otros, un poco mejor
situados psicológicamente, por haber dudado de la vida y reflexionado con
asombro a veces sobre su significado, suelen aceptar al principio el trabajo
hasta cierto punto, de modo que una diminuta cosa viviente empieza a
manifestarse en ellos.
Este es el comienzo de
una nueva manera de pensar y sentir.
Entonces surgen las
dificultades.
Pueden suceder tres
cosas.
La diminuta cosa
viviente, que es el comienzo del hombre nuevo, se marchita porque carece de
profundidad o de suelo; o el hombre mecánico lo mata por violencia como Heredes
mató a los niños recién nacidos, en la esperanza de destruir a Cristo; o,
tercero, el hombre revaloriza el trabajo y empieza otra vez.
Ahora bien, hablemos de
los tres laboratorios que están en el hombre y, en particular del laboratorio
intermedio, donde el asesino puede entrar y destruir a menos de ser vigilado.
Elige, como un ladrón,
el momento en que el hombre no está despierto.
No me refiero aquí el
sueño literal.
Sabemos, gracias al
diagrama de los tres alimentos del hombre y su transformación, que hay tres
laboratorios de transformación en nosotros.
Estos transforman las
materias groseras en materias más sutiles.
Debemos entender que si
comen un bistec este no puede pasar, digamos, al cerebro, tal como es.
Tiene que ser
transformado en materias más sutiles.
Ahora bien, por regla
general, solo se habla del laboratorio intermedio.
Esto se debe a que es
aquel más sujeto a ser dañado.
Pero todos pueden ser
dañados.
La primera
transformación del alimento, simbolizada por la cifra 768 que es cambiada en
384, se lleva a cabo en el laboratorio interior o más bajo.
La cifra 768 denota
todas las sustancias que el estomago y los intestinos del hombre pueden
digerir.
Cabe recordar aquí que
la tabla de hidrógenos es una tabla de usos.
Las cosas están
clasificadas y ordenadas en escala vertical según su uso.
Por ejemplo, cualquier
cosa que pueda ser usada por esa forma de alimento que el hombre digiere en su
estomago e intestinos es denominada 768.
De este modo, sustancias
de la más diversa clase son llevadas a una relación, que a primera vista parece
asombrosa, mediante este método esotérico de clasificarlas por su uso.
Cabe agregar aquí que
nosotros somos también clasificados de la misma manera. (Así habría que
preguntarse: "¿Para qué sirvo yo?")
Pues bien, si algo anda
mal en el primer laboratorio —y ocupémonos solo de esa parte llamada estomago—
como, por ejemplo, un alimento equivocado, demasiado alimento, exceso o escasez
de acido clorhídrico, fermentos débiles o faltantes, enfriamiento o un centenar
de otros factores —entonces se produce una interferencia en la transformación
de 768 en 384—.
Toda la octava de
alimento que empieza desde el pasivo Do-768 y procede mecánicamente por
sucesivas transformaciones hasta Si-12 se vera hasta cierto punto afectada.
Pero a este respecto nos
dicen que podemos acostumbrarnos a comer mucho menos alimento y que tenemos un
apetito artificial y que sentir hambre es en gran parte una cuestión de hábito,
lo cual no refleja las verdaderas necesidades del centro instintivo.
Cuando se practica una
dieta de hambre, la disminución de este apetito artificial al segundo día se
experimenta claramente.
No hablaré más aquí de
los trastornos que se producen en el laboratorio inferior, excepto para decir
que tanto en la primera fase de la digestión en el estomago acido y tal vez más
en estos días en la segunda fase de la digestión llevada a cabo en el duodeno
en un medio alcalino, las persistentes emociones de ansiedad y temor, tan
características en el hombre moderno, pueden hacer que los jugos digestivos
digieran las paredes vivientes que los contienen, y hasta provocar una
perforación.
En otras palabras,
presas de esas emociones negativas, el hombre comienza a comerse a si mismo.
Nos referiremos ahora al
laboratorio intermedio, que es nuestra principal preocupación.
El trabajo que se lleva
a cabo ahí es de clase más sutil.
Las materias tratadas en
ese laboratorio pertenecen a un orden mucho más fino y más elevado, y así son
capaces de mayores usos y mayores abusos.
Este laboratorio
intermedio, al cual suponemos, mediante una burda analogía, lleno de los más
delicados e intrincados aparatos químicos y eléctricos, exige, por así decir,
una temperatura constante, falta completa de humedad, y ausencia de ruidos y
vibraciones, para poder llevar a cabo su trabajo.
Cabe observar que recibe
sustancias del laboratorio inferior para una nueva transformación y también
recibe sustancias para una nueva transformación del laboratorio superior.
Por lo tanto tiene que
realizar tareas muy complicadas que son de la mayor importancia para la octava
de alimento.
Asimismo, el alimento
atmosférico 192 llamado aire entra aquí y es transformado en 96, pasando al
laboratorio superior.
Por estar situado en el
segundo piso de la casa de tres pisos del hombre, esta íntimamente conectado
con el centro emocional, que esta ubicado allí.
Por consiguiente la
calidad del trabajo de transformación en el segundo laboratorio dependerá del
estado del centro emocional.
Si el estado del centro
emocional es bueno, el laboratorio intermedio trabajará bien.
La cosa más dañosa que
puede sucedernos es una crisis de violencia.
La violencia actúa como
una explosión.
En casos extremos puede
llegar a ser tan intensa que daña el laboratorio intermedio permanentemente.
Debido a sus
repercusiones en el laboratorio superior puede afectar la razón.
Ahora bien, nos
enseñaron que todas las emociones negativas tienen su base en la violencia y
llevan a la violencia.
Asimismo sabemos que la
violencia sólo engendra la violencia.
Nada se arregla por la
violencia —como puede atestiguarlo el mundo—.
Cabe señalar muchas
otras cosas, que se pueden observar en uno mismo, respecto de la violencia.
Es preciso, ante todo,
llegar a ser consciente de la propia violencia.
Solemos tener crisis
menores de violencia.
Es menester circunscribirlas
si queremos impedir que toda vida nueva sea asesinada por la violencia.
Todos tenemos que
trabajar sobre nuestra violencia porque todos la padecemos aunque muchos lo
niegan.
Esos ataques menores de
violencia surgen al permitir que las cosas lleguen hasta el punto de
"encender nuestra sangre".
De esto se logra
"mala sangre" del uno contra el otro.
Es debido al
identificarse.
Trate de observar en
usted mismo lo que lo enfurece en otra persona hasta tal punto que usted se
identifica por completo con esa persona y no puede aguantarla.
Este observar la misma
cosa en uno mismo cancela la violencia así como más uno y menos uno se anulan.
Este es el verdadero
significado de la palabra griega traducida por "perdonar" —tal como
"perdonaos los unos a los otros"—.
No hay señales de
"perdonar" en cancelar.
No tiene ningún seudo
significado.
Todo queda cancelado
como si pasara una chispa eléctrica entre dos cuerpos con cargas opuestas.
Cuanto más engreída es
una persona menos podrá "perdonar" viendo la misma cosa en ella misma
que la hará más proclive a la violencia, porque el engreimiento impide la
auto-observación.
Ella será su propio
castigo como lo somos todos.
Ahora bien, un ataque de
violencia siempre trastorna la salud.
Es un choque equivocado
en un mal lugar.
El choque obra muchas
veces varios días después provocando una enfermedad o molestias físicas.
Trastorna el trabajo del
laboratorio intermedio, impidiendo, entre otras cosas, la formación de la
materia simbolizada por la cifra 96 —cuyo uso tiene que ver con el equilibrio y
la protección de lo que llamaré almohadilla de salud entre la vida psíquica y
la física.
La disminución de esta
materia sutil reduce la resistencia física, mientras que el identificarse
reduce la resistencia psicológica.
Ambos estados permiten
que las cosas que habría que dejar fuera puedan penetrar.
Las consecuencias son
psicosomáticas.
Ahora bien, es preciso
recordar que la violencia surge del identificarse.
Si pudiéramos
recordarnos a nosotros mismos —esto es, sacar a voluntad nuestra conciencia de
las cosas-vida— no nos identificaríamos y así no seriamos violentos.
Maurice Nicoll